Marqués de Riscal 2018
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Nos tenemos que remontar a 1858 para ver el origen de la bodega Marqués de Riscal en Rioja, en el pueblo de Elciego.
Pionera en los métodos de elaboración bordeleses en la crianza de vinos tintos e imprescindible en el nacimiento de la D.O. Rueda, ahora somos testigos de la primera incursión de Marqués de Riscal en el mundo del txakoli.
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Uno ha tenido la suerte de probar la primera botella que se descorcha de este txakoli en el Asador Ibaiondo de Maruri.
Vino que transmite mesa y sobremesa. Perfecto con pescados a la plancha, desde merluza, pasando por bonito o unos txipirones en su tinta, materia prima de altura que sirven en el Asador y con las que conjuga en perfecta armonía.
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Quizás sea muy pronto para juzgar este vino, que seguro gana con el tiempo e incluso en años venideros.
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Vino de guarda y también de disfrute a día de hoy.
Nada que ver con los clásicos Getariako Txakolinak de aguja y txinparta.
Txakoli estilo bizkaino, con 6 meses de crianza en sus lías, de los que gustan por su complejidad y longitud.
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· Ficha técnica txakoli Marqués de Riscal 2018
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HEMEROTECA
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Txakoli Upaingoa, el proyecto personal de Juan Celaya
El empresario, ex propietario de las riojanas Bodegas Lan, pone en marcha una bodega en Oñate (Guipúzcoa) con la vocación de hacer vinos blancos de guarda.
Como si la energía que tiene proviniera de las pilas Cegasa que su familia lleva fabricando desde 1934, Juan Celaya, empresario vasco de 93 años que fue dueño de las Bodegas Lan hasta 2001, ha querido continuar en el mundo del vino volviendo a casa para fundar una bodega. Upaingoa es su proyecto más personal en el pueblo guipuzcoano que le vio nacer, y adonde ha vuelto para elaborar vinos blancos de guarda con la Denominación de Origen Txakoli de Getaria. Ayer se presentaron a la prensa en Madrid, en una atrevida (por poco usual con estos vinos) cata vertical de sus cuatro primeras añadas, de 2009 a 2012, y con la intención de mostrar su capacidad de crecimiento en botella.
Fue en 2003 cuando en el caserío Upaingoa se comenzó a montar una finca que hoy tiene cinco hectáreas en producción y otras dos y media plantadas recientemente con las variedades hondarribi zuri, autóctona de la región vasca; su “hermana” francesa petit courbu y una proporción de riesling, toque particular (aunque no es la única bodega de txakoli donde se utiliza) con el que aportar complejidad y capacidad de guarda a los vinos resultantes. La finca se encuentra en un valle a 60 kilómetros del mar y entre 247-250 metros de altitud, por lo que en palabras del enólogo y gerente de la bodega, Víctor Leiva, “se consigue una acidez similar a los vinos de costa”.
La bodega comenzó a elaborar vino en 2006, pero sus tres primeras cosechas se comercializaron como vino de mesa y fue en 2009 cuando Upaingoa entró a formar parte de la DO Txakoli de Getaria. Su adhesión, considera Leiva, es una cuestión administrativa, pues el perfil de los vinos que elaboran se aleja de los típicos txakolis de la zona. Comenta que Celaya y el equipo de bodega, junto con otros viticultores de las proximidades, intentaron poner en marcha una denominación de txakoli distinta en Guipúzcoa, pero finalmente el proyecto no se pudo continuar al existir ya una en Getaria.
La idea de Celaya de elaborar vinos en su tierra natal ha visto por fin la luz, y todas las cosechas de sus txakolis se pueden encontrar simultáneamente en el mercado, mostrando así su potencial de envejecimiento. Cada añada se producen 50.000 botellas. Su precio es de 7,5 euros por botella.
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Txakoli Upaingoa 2012
Juan Celaya Letamendi ha rescatado una tradición de más de 300
años, la elaboración de Txakoli en el Caserío Upaingoa, acogido a la Denominación de
Origen Getariako Txakolina.
En el inicio las uvas son sometidas en la misma prensa a una
maceración pre-fermentativa a baja temperatura, a base de nieve carbónica por
el método de criomaceración. Con este sistema se potencia la extracción de
aromas frutales y florales y desde la prensa se traslada el mosto por desnivel
hasta los depósitos, para su fermentación a temperatura controlada de 16- 17ºc,
previa decantación y separación de lías para realizar una elaboración en
“virgen”, sin ningún contacto con materia sólida.
La fermentación se realiza durante 25/30 días hasta
transformar la totalidad del azúcar en alcohol. Que compensen los valores altos
de acidez, propia de las variedades utilizadas.
El Txakoli Upaingoa está producido en una finca de 7,50 hectáreas
de viñedos y elaborado en unas instalaciones en el término municipal de Oñate,
a 250 metros de altitud, rodeado de montes que superan los 1.000 metros, bajo la D.O. Getariako
Txakolina.
Estas instalaciones constituyen un espacio donde, como
consta en el propio ayuntamiento de Oñate y en sus archivos familiares, 3 o 4
siglos antes ya se producía un txakoli de nuevo concepto.
Ahora y con las más modernas técnicas, controlan la
producción con mucho mimo, para obtener un vino con 12º-12,5º de alcohol, equilibrando
así la marcada acidez propia de los txakolis.
Para su elaboración, utilizan principalmente la variedad
autóctona Hondarrabi Zuri, complementado con Petit Courbu y Riesling.
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La producción del txakoli se ha ido extendiendo por Gipuzkoa en los dos últimos años
A los dos años de la ampliación de Getariako Txakolina a todo el territorio histórico, ha llegado la hora de catar caldos de los «pueblos nuevos»

Iñaki, operario de los viñedos de la casa Upaingoa, que aparece a la izquierda, poda las cepas durante una jornada lluviosa. /F. MORQUECHO
Dentro de unas pocas semanas llegarán al mercado las primeras botellas de txakoli de bodegas procedentes de más allá del tradicional triángulo Aia-Zarautz-Getaria. Se podrán probar caldos de cepas de Arrasate, Oñati, Olaberria y Mutriku. El proceso que comenzó hace algo más de un año, cuando la Denominación de Origen Getariako Txakolina decidió abrirse a todo el territorio de Gipuzkoa, culminará dentro de muy poco, cuando las botellas de esos «nuevos» bodegueros salgan con etiquetas que incluyen las palabras «Getariako Txakolina».
Se pueden hacer dos apartados. Por un lado, , de Mutriku; por otro, (Oñati), (Olaberria) y (Arrasate). Y es que Mutriku tiene una larga tradición de vides y de elaboradores de txakoli, que luego en el siglo XIX se truncó. Las historiadoras Sagrario Arrizabalaga y Lourdes Odriozola, en su libro (Diputación Foral, 2004), hacen este resumen: «En Mutriku, Deba, Zarautz y Getaria, la producción de vino fue el medio de vida de una gran parte de sus vecinos hasta prácticamente la segunda mitad del siglo XIX». Y ahora es Antonio Iparragirre, del caserío Sagarmiña, el que ha conectado con la vieja tradición mutrikuarra.
Antonio Iparragirre no es un novato. Son ya 23 años desde que plantó las primeras vides, y lleva 20 haciendo txakoli. El caserío ha sido un productor de fruta envidiable, debido a su ubicación, en una vaguada del monte, que le protege de los excesos del viento. «Hace ya bastantes décadas que desde se llevaba la fruta al mercado de Eibar, y luego comenzamos a venderla en las plazas de Deba y Mutriku», comenta Antonio. En los alrededores de ese caserío se dan bien hasta las naranjas y los limones; lo de los limones es habitual en Mutriku; no así las naranjas.
tiene ahora un viñedo de una hectárea, y quiere plantar otras tres en un futuro próximo. En un futuro no muy lejano, cuando esos 40.000 metros cuadrados entren en rendimiento, Antonio Iparragirre se ve produciendo 40.000 litros de txakoli. Ahora bien, la mayor responsabilidad recaerá en su hijo Unai, quien vive los trabajos de la viña con auténtica pasión desde hace varios años. «Este es un buen sitio para las vides: templado y soleado». Y cree que «la incorporación a la denominación de origen será un estímulo».
En Oñati nos topamos con un operario, Iñaki, podando las vides de su patrón, Juan Celaya. Hace su trabajo al modo imperante hoy en día: dejando dos sarmientos cortos y dos largos, que hay que sujetar a las guías de alambre. Un portavoz de este viticultor nos comenta por teléfono que «la plantación data de 2002-2003 y la intención es llegar a las 8 hectáreas. La comercialización será restringida, casi siempre venta directa desde la bodega».
De la manzana a la uva
Más adelante está Arrasate. Javier Arregi es un valiente. En 1989 plantó su primer viñedo, en una zona en la que, según parece, no hay tradición de viñedos medianamente extensos, aunque no estaría de más revisar los archivos municipales de la zona. Por de pronto, en Oñati hay alguna referencia de hace 300 años. El arrasatearra Arregi tiene antecedentes familiares: «Nosotros somos del caserío , que estaba ahí abajo -nos lo comenta desde una colina próxima, en la que construyó su nuevo caserío, , en los años ochenta-. Allí en teníamos 200 manzanos y hacíamos sidra, muy buena. Antes de la guerra del 36, un tío ya plantó unas 60 vides, con la intención de hacer txakoli, pero no sabía el manejo y aquello fracasó. Yo también ya intenté hacer algo. Luego declararon suelo industrial esa zona y se construyó un industrialdea, y nos mudamos a la zona donde estamos ahora». Arregi es crítico con la Diputación: «Se quitan las mejores tierras a los caseríos, pero a cambio los baserritarras no reciben tierras en condiciones».
Arregi trajo las vides de Burdeos, injertadas con la variedad . Ahora tiene tres hectáreas. Desde el comienzo, trabajó con miras a crear una bodega, «sobre todo para casa, pero con la intención de vender algo». Ha vendido su txakoli en la misma zona del Alto Deba, y la mayor parte desde la misma bodega, a un precio inferior al de las marcas de la zona de Getaria. «Desde el comienzo he tenido un enólogo. Nunca hemos tenido ningún susto, pero nunca te puedes confiar, porque es tan fácil cometer un fallo… Este txakoli es mejor que el de Getaria. Los txakolineros de allí ya lo han probado más de una vez y dicen que es bueno. Me esfuerzo en quitarle un poco de acidez, para que sea fácil de beber, ese es mi empeño todos los años», comenta.
«Nosotros queríamos que se crease otra denominación de origen, Txakoli de Gipuzkoa, pero creo que ahora, con la ampliación de Getariako Txakolina a toda la provincia, también han mejorado las cosas», prosigue el veterano arrasatearra.
El día que visitamos el caserío de Javier Arregi, estaba allí de visita Iñaki Etxeberria, otro elaborador de txakoli que este año estrena en sus botellas el marchamo de la D.O. Getariako Txakolina. Lleva menos años en el mundo del vino. Nació en Gabiria, en una familia que se dedicaba a la cría de vacas y venta de leche, «Cuando me casé, me instalé en el caserío de la mujer, , en Olaberria, que también se había dedicado a las vacas. Pensamos que había que hacer algo diferente con los terrenos y planté vides. Había visto muchas veces la bodega que tenía el cuñado de un hermano en la Rioja y me gustaba ese mundo», comenta Iñaki. Uno de sus primeros asesores fue el propio Javier Arregi. También se documentó mediante visitas a varias explotaciones de Vizcaya, Álava e Irulegi (Baja Navarra).
El pasado año, Iñaki vendió su cosecha con la calificación de «vino de mesa». A partir de ahora cambiará completamente el panorama, dado que esas botellas podrán llevar el marchamo del txakoli, pero Iñaki es consciente de que no todo va a ser coser y cantar: «La crisis puede afectar al consumo y quizá en el futuro no se venda el txakoli con la alegría de ahora».
En la actualidad tiene algo más de tres hectáreas de vides y ya lleva algún tiempo trabajando al modo ecológico. «Quiero alcanzar el marchamo de txakoli ecológico. En Vizcaya hay un productor que ya lo ha conseguido. La agricultura convencional usa productos agresivos para tratar las enfermedades. En el sistema ecológico se permiten algunos de esos productos, pero en dosis inferiores, y lo que no se permite es el abonado con productos químicos. No solamente la viña, el agricultor y el consumidor también ganan en salud, pero está la contrapartida de un descenso en la producción de uva por hectárea».
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Upaingoa 2011: el txakoli también puede envejecer
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