Lapazaran se ha situado en apenas tres años entre los txakolis más destacados. Con sus viñedos en altura al límite de lo que marca el Consejo Regulador (400 mts.) y unas pendientes que recuerdan a Ribeira Sacra o Priorato, Jose y Elena sacan lo mejor de sus terrenos de Muxika · Gernika · Urdaibai.
Desde su presentación en sociedad en Mendibile en marzo de 2017, Lapazaran ha crecido y aparecido en numerosos bares y cartas de restaurantes …
Hay sueños que sí se pueden llevar a cabo. Jose Lapazaran y Elena Ruiz presentaron en Mendibile Jauregia (Leioa), sede del consejo regulador y de la D.O. Bizkaiko Txakolina, el sueño de toda su vida. Mostraron el fruto del gran trabajo que han realizado en los últimos meses en el campo, cuya consecuencia directa es el txakoli Lapazaran.
Presentaron y se cató el txakoli clásico y el Lapazaran 27, número con el que se recuerda que Jose ostenta 27 txapelas conseguidas en el deporte rural, su otra pasión.
El txakoli, que el sumiller Bittor San Miguel bendijo, es un vino joven, fresco, afrutado y con el punto justo de acidez.
Un vino elaborado en las bodegas de Muxika, en el caserío Jauregikorta, que se ubica junto montes como el Anboto, Oiz o Mugarra.
En el descorche de las primeras botellas estuvieron medios de comunicación …
El caserío-bodega Lapazaran, situado en Muxika · Gernika
El clásico txakoli de esta bodega tiene como origen la uva Hondarribi Zuri, aunque también podemos ver Riesling en su otro txakolí con mayor capacidad de envejecimiento por su tiempo y trabajo en lías, el Lapazaran 27, que le aporta esa «gracia» en aroma y a la vez, frescura en el paladar.
Tanto el vino joven como el «27» son txakolis que marcan añada, terruño.
Son característicos sus aromas a pera, matices cítricos, herbáceos, florales, su estructura en boca, un ligero amargor final muy agradable y una graduación alcohólica media.
El caserío-bodega, con sus increíbles vistas, rodeado de naturaleza y sus más de 23 hectáreas de superficie de viñedos, es un auténtico Château de txakoli.
Una imagen preciosa e idílica alejada del mundanal ruido. Su capacidad de producción es de 250.000 litros.
Trabajo duro, saber hacer y materia de primera calidad son marcas de la casa.
Entrevista en El Correo
José Lapazaran, nacido en 1963 en el barrio de Larruskain, en Etxebarria, se dedicó durante casi cuatro décadas al deporte rural en las modalidades de levantamiento de yunque, carrera con sacos de 80 kilos y levantamiento y giro de carro de 200 kilos y sokatira.

La gente se pierde de camino a la bodega de José Lapazaran; se desorienta cuando la carretera se estrecha y empiezan a aparecer desvíos a izquierda y derecha que conducen a caseríos y se desconcierta definitivamente cuando el hormigón sustituye al asfalto. La gente se pierde, pero termina llegando, y el esfuerzo merece la pena.
Allí, a media ladera de una cuesta muy pendiente, se alza majestuoso el caserío Jauregikorta, en el barrio de Maume, en Muxika, donde esta antigua estrella del deporte rural se ha asentado para producir el txakoli con el que soñaba desde que en 2008 se introdujo en el mundo del caldo blanco autóctono.
Su carrera, no puede definirse de otra forma, ha sido fulgurante, pues su primer vino fue elegido, junto al Mendiolagan de la bodega Bizkaibarne (Orozko) como txakoli ‘institucional’, el que representa a la Denominación de Origen Bizkaia bajo un etiquetado propio. No es, sin embargo, el primer hito de Lapazaran en la materia, ya que trabajaba en la bodega Gurrutxaga (Mendexa) cuando uno de sus txakolis obtuvo 91 puntos sobre 100 en la guía Parker.
Campo con hambre
Lapazaran quería independizarse, montar su bodega para hacer «vinos personales, auténticos, con carácter y un punto de acidez equilibrado, un producto que se pueda identificar».
Buscaba un terreno de 10 o 12 hectáreas con derecho para plantar viñedos y en 2016 le surgió la posibilidad de adquirir una bodega rodeada de 25 hectáreas con viñas de 10 años de antigüedad pertenecientes a la variedad Hondarribi Zuri, aunque un 15% de la superficie se reserva para Hondarribi Beltza y Riesling, la madre de los vinos del Rhin.
Lapazaran se encontró con un viñedo descuidado para cuya recuperación necesitaba una acción inmediata para eliminar enfermedades y plagas y una poda agresiva. La tarea ha surtido efecto, pues si en 2016 recolectó 24.000 kilos de uva, este año espera alcanzar los 150.000 kilos y calcula llegar a los 250.000 en dos años.
«El campo tiene hambre, queremos poner la tierra a pleno rendimiento», añade Elena Ruiz, esposa de Lapazaran y encargada de asuntos administrativos y de gestión.
Fuertes pendientes
Y no es una tarea fácil. La finca se divide en 17 parcelas en pendiente; en algunos casos, la inclinación del suelo ronda el 50%, lo que dificulta sobremanera cualquier labor, sea a pie o mecánica. De hecho, José Lapazaran es el único que se atreve a meter el tractor por las rampas imposibles en las que crecen los viñedos y para ruedas que garanticen que la máquina no saldrá deslizando a las primeras de cambio: las delanteras con de metal y las traseras están literalmente forradas de cadenas.
En el frontal lleva, además, una pala que, en caso de emergencia, se vuelca para frenar la marcha. Su ubicación a 450-500 metros sobre el nivel del mar, excepcional entre los viñedos vizcaínos, es un aliado de Lapazaran en la búsqueda de ese vino personal.
A esa altura, más ventoso, crecen las uvas que se vendimiarán por medios manuales entre octubre y noviembre, las mismas que en un año de existencia le han permitido sacar al mercado dos líneas: el clásico (elegido como txakoli ‘institucional’ y, después, por el Club Rotary como vino solidario) y el 27, cifra que representa el número de txapelas obtenidas por Lapazaran como campeón de Euskal Herria en diversas modalidades de Herri Kirolak. El primero es un vino más tradicional, con un toque ácido y un sobresaliente sabor a fruta que se resiste a desaparecer de la boca.
El 27, por su parte, se beneficia de la fermentación en lías y supone un cambio radical en texturas, pues es, desde el punto de vista del lego que escribe estas líneas, más cremoso, un vino más maduro. El futuro para esta bodega está, sin embargo, cerca: en diciembre llegará el tercero de la saga, criado en barricas nuevas de roble, mientras que para un futuro inmediato aguardan el proyecto de un txakoli tinto y un cava. Más pronto que tarde, incluso los perdidos encontrarán el camino hasta Lapazaran.
En esta entrevista a Deia conocemos más su filosofía de trabajo …
· Entrevista completa en Deia
Entre otros trofeos y galardones citados anteriormente, aquí con la txapela de ganador entre los txakolis de la comarca de Urdaibai, en el Campeonato de Forua en 2018
La bodega Lapazaran de Muxika elabora el mejor txakoli de Urdaibai

Una cata a ciegas a cargo de varios expertos coloca también entre los primeros puestos a los vinos de Agirrebeko, Menpe y Bitxia
El txakoli elaborado por la bodega Lapazaran de Muxika se ha alzado con el primer premio en la vigésimo segunda edición de la cata de caldos de Urdaibai, que se celebró el pasado domingo en Forua. El segundo premio recayó en la etiqueta de Agirrebeko, tambien de Muxika, mientras que el tercer y cuarto puesto han ido a parar este año a los vinos de Menpe, en Mendata, y Bitxia de Morga.
El certamen, organizado por la agrupación Muinogorri Elkartea de Forua, contó con la participación de un total de catorce bodegas con cepas en la reserva de la Biosfera de Urdaibai. «Eran todos de gran nivel y en cada uno de ellos se podía saborear las diferentes maneras de elaborar el caldo y de entender nuestras variedades de uva», apuntaron desde la organización del concurso.
El jurado de esta cata, que se llevó a cabo a ciegas, estuvo compuesto por «excelentes» profesionales de talla nacional como Jon Andoni Rementeria.
Los txakolis que se producen en la comarca de Busturialdea también fueron degustados por los expertos Bittor San Miguel, Roberto González y Javier Calzada.
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